Primeramente, valdría la pena saber su definición, la cual se puede describir, desde el punto de vista clínico, como un trastorno del estado anímico en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un período de algunas semanas o más.
La mayoría de nosotros se siente de esta manera de vez en cuando durante períodos cortos, pero no va más allá, por lo que no se puede considerar que se tenga dicha afectación, pero, de cualquier modo, no está de más que pongas atención a estos síntomas que pudieran ser indicativos:
- Estado de ánimo irritable. Si te enojas por cualquier cosa, así sea por el zumbido de una mosca, y además, lo haces frecuentemente quizás sea momento de que acudas con un especialista para que te haga una evaluación.
- Dificultad para conciliar el sueño o exceso de éste. Si te la pasas las noches en vela, te despiertas angustiado sin saber exactamente la causa, aunque no tengas problemas con nadie, es probable que lo tuyo ya no sea un simple insomnio.
- Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa. Sentirse culpable por algo que se hizo a mal, a todos nos sucede de vez en cuando, pero mantener ese estado de ánimo durante semanas es un indicador de que algo no está funcionando bien en ti.
- Dificultad para concentrarse. Si por más que intentas una y otra vez mantener tu atención en las cosas que te demandan en el trabajo o la casa, y todo resulta inútil porque te ves asaltado por otros tipos de pensamientos, es algo que definitivamente no es normal.
- Sentimientos de desesperanza o abandono. Si piensas constantemente que el mundo ya no tiene remedio, que la delincuencia, el deterioro ambiental y la falta de solidaridad humana lo hacen más difícil de habitar en él, probablemente estás yéndote al extremo y es necesario consultar a un especialista.
- Pensamientos repetitivos de muerte o suicidio. De todos los síntomas, este es el más peligroso, pues no hay motivo alguno, por muy grave que estos sean, para pensar en llevar a cabo semejantes actos.
- Pérdida de placer en actividades que te hacían feliz. Otro indicador muy característico es cuando ya no sientes alegría por nada de lo que haces, sino hastío.
En un seminario sobre trastornos depresivos al que acudí hace algún tiempo, el ponente nos puso este ejemplo, para dimensionar bien la gravedad de lo que es la depresión: “Quien padece depresión se puede sacar el premio mayor de la lotería y ni así va a estar feliz”.
Recuerda siempre: Cambia la depresión, enojo y obsesión por hábitos virtuosos para ser feliz y contagiar felicidad.