En este tiempo de cuarentena tuve la oportunidad, durante un rato libre, de ver una película por Netflix que me llamó fuertemente la atención por su título Ya no me siento a gusto en este mundo, protagonizada por la chica que la hacía de Rose en la inolvidable serie cómica Dos hombres y medio, y por Elijah Wood, más reconocido por su papel protagónico en la trilogía El Señor de los Anillos.
La cinta me sorprendió muy gratamente porque toca un tema que a todos nos aqueja en esta época: la total ausencia de respeto hacia nuestros semejantes. Hacer lo que a mí me da la gana sin importarme los demás, como escuchar a alto volumen mi música a las dos de la mañana; meterme en la fila argumentando que llevo prisa; sacar a mi perro a pasear y no levantar sus heces; y todas aquellas situaciones que vivimos cotidianamente porque la gente cree que está bien ir por la vida sin tener orden y disciplina en su comportamiento en sociedad.
Considero que algunas personas confunden libertad con libertinaje: si llevo prisa ¿qué tiene de malo pasarme el semáforo rojo?; si me dan ganas de hacer pipí ¿por qué no hacerlo en la calle cuidando que no me vean?; se apoyan en justificaciones sin sustento alguno para llevar a cabo actos que están prohibidos, precisamente porque su fin es que la sociedad se regule bajo un marco normativo para que no se desborde y se convierta en una jungla.
Claramente es un tema de educación y ésta empieza por uno mismo, entonces, si tú quieres contribuir a que haya un mayor orden en tu entorno empieza con el ejemplo y comparte con cuantos puedas estos valores que podrían ayudar a empezar con ese pequeño cambio que todos necesitamos hacer:
Colaboración. Para entenderla, primero hay que ponerse en los zapatos del otro, es decir, ayudar en la medida de las posibilidades sin esperar nada a cambio. Esto permitirá percatarse que las necesidades de los demás también deben ser tomadas en cuenta y que, algunas veces, no cuesta nada echar la mano, y si es con gusto, mucho mejor.
Justicia. La equidad es un sueño que siempre ha distinguido a grandes reformadores sociales. Buscan que impere el bien común a las satisfacciones de una minoría. Como individuo, debemos tener muy claro en qué momento sacrificar los deseos propios por el bienestar de los demás.
Tolerancia. Tristemente es algo que se está dejando de tener por sociedades que viven a toda prisa diariamente. No se entiende ni se soporta tanto a las otras personas, como a las actividades que estas realizan. Hay que saber comprender las diferencias y similitudes de los demás para mejorar la convivencia.
Aquí te compartimos un video relacionado: «Inteligencia Emocional» con la Psicóloga Eva Pérez Arriaga
Consideración. Una persona que es considerada, se preocupa por el bienestar del otro, por ejemplo, si cedo el asiento a una persona mayor o embarazada, es porque estoy consciente de su condición de vulnerabilidad. Es mostrar un genuino interés por ayudar a que el otro esté bien.
Respeto. Hay una frase tan contundente que, de llevarse a cabo, se evitarían muchos problemas: “Entre los hombres como en las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Entender que todos tenemos el libre albedrío para hacer lo que nos plazca, siempre y cuando no se moleste a los demás o se dañe su entorno.
No lo pienses más y pon manos a la obra, sin importarte que los demás no practiquen estos valores, antes de que nuestra sociedad se hunda por completo.
Recuerda siempre: Cambia la depresión, enojo y obsesión por hábitos virtuosos para ser feliz y contagiar felicidad.